Por Redacción Política | Acert Canal
A poco más de un año para las elecciones generales del 2026, el panorama político peruano se perfila incierto y cargado de tensiones. Así lo revela el último informe de la encuestadora Ipsos, publicado en abril de 2025, que pone de manifiesto no solo una alta fragmentación del voto, sino también un profundo desencanto ciudadano con la actual oferta política.
Los datos, obtenidos en una encuesta nacional urbana y rural, muestran que ningún político logra consolidar una ventaja clara. A diferencia de otros procesos electorales donde algunas figuras despuntaban con claridad desde el inicio, en esta ocasión el electorado se encuentra disperso y, en muchos casos, decidido a no elegir a nadie.
En el listado de intenciones de voto, tres nombres destacan, aunque con cifras que en otros contextos serían vistas como preocupantemente bajas para liderar una contienda nacional. Keiko Fujimori, representante histórica del fujimorismo, encabeza la preferencia con un 12%. Le siguen Rafael López Aliaga, actual alcalde de Lima y líder de Renovación Popular, con 8%, y el humorista y figura mediática Carlos Álvarez, con 7%.
Más abajo en la lista se ubican nombres como Antauro Humala y el expresidente Francisco Sagasti, ambos con niveles de apoyo entre 4% y 5%, lo que revela una fuerte dispersión en la preferencia del electorado.
Sin embargo, el dato más impactante no está en quién lidera, sino en cuántos rechazan las opciones actuales: más del 30% afirma que votaría en blanco o viciaría su voto, y un 14% adicional no sabe aún por quién votará. En total, casi la mitad del país no muestra interés en ninguno de los actuales posibles candidatos.
Ipsos también proyectó eventuales escenarios de segunda vuelta, simulando enfrentamientos entre los candidatos más mencionados. En estos cruces, Keiko Fujimori pierde ante tanto Carlos Álvarez como López Aliaga, lo que indica que el llamado “antifujimorismo” sigue siendo una fuerza decisiva en el país. Incluso en un enfrentamiento con Antauro Humala —una figura polarizante por su pasado carcelario y discurso radical— Fujimori no logra una ventaja clara.
Esto plantea un desafío significativo para su candidatura: aunque lidera en primera vuelta, enfrenta un techo electoral difícil de superar en una segunda ronda.
Otro aspecto relevante del estudio de Ipsos fue la exploración del perfil de liderazgo que desean los votantes. La mayoría de los encuestados —alrededor del 40%— manifestó preferencia por un presidente con mano dura, que imponga orden y combata con firmeza la inseguridad y la corrupción. Esta demanda por liderazgo autoritario refleja el clima de hartazgo frente a la ineficiencia del Estado y la percepción de que la democracia no está funcionando.
Un 23% busca un líder que priorice el crecimiento económico y la inversión, especialmente en regiones que han quedado rezagadas durante los últimos años. Finalmente, un 11% valora la capacidad de diálogo, la construcción de consensos y el respeto institucional, lo que muestra una minoría más inclinada por soluciones democráticas y moderadas.
Este informe de Ipsos llega en un momento crucial. La crisis de representación política en Perú no es nueva, pero se ha agudizado tras múltiples cambios de presidentes, escándalos de corrupción y conflictos sociales no resueltos. El hecho de que ningún candidato supere siquiera el 15% de intención de voto es una señal de alarma: los partidos no están logrando conectar con la ciudadanía, y los votantes, por su parte, se muestran cada vez más reacios a confiar en figuras conocidas.
Frente a este escenario, el reto para quienes aspiren a la presidencia del país en 2026 será doble: por un lado, ganar terreno en un campo altamente competitivo; por otro, reconstruir la confianza de un electorado cansado de promesas rotas y de una política que, a su juicio, ha dejado de representar sus verdaderos intereses.
Con menos de 18 meses por delante, la campaña aún no ha comenzado formalmente, pero las cartas ya están sobre la mesa. Los ciudadanos, mientras tanto, observan con cautela, buscando algo más que rostros conocidos: quieren propuestas claras, liderazgos genuinos y, sobre todo, esperanza.